La aceptación… MEG

En la vida vamos caminando por diferentes etapas, algunas de ellas son como un paseo en un valle soleado, otras son montañas empinadas que hay que subir con gran esfuerzo, en cualquiera de los dos casos, lo único que ayuda en el trayecto es aceptar que a veces no se podrá cambiar nada del externo y aun así podemos seguir adelante.

La aceptación es colaborar con lo inevitable y salir bien librado de la experiencia, sin pasar más del tiempo necesario para dar el salto a lo que sigue, la vida se trata de aprovechar cada experiencia para crecer.

La aceptación no es lo mismo que la resignación; cuando escucho la palabra resignación siento desamparo, presiento que tengo que sufrir porque voy a esperar a que la situación cambie y si no sucede, perpetuaré el dolor. Cuando acepto, fluyo en la situación haciendo mi mejor parte y es aquí, donde radica la diferencia.

Cuando entras en el proceso de lo que no puedes cambiar, asumes que tal vez en algo evolucionará tu vida o dejará de ser igual, pero eso no significa que va a ser peor, sólo diferente.

En mi experiencia, mientras más vives en el presente más claro lo ves y puedes actuar de manera mucho más efectiva.

La aceptación me conecta con mis valores, creencias, dudas, miedos, limitaciones, pero también me obliga a buscar nuevas formas que me lleven a crecer de mejor manera.

Para poder disfrutar de una vida plena, es vital que nos aceptemos y admitamos nuestras circunstancias de vida, frustraciones, logros, fracasos, ganancias y pérdidas; que nos podamos concebir como un ser humano finito y limitado, y a la vez, único, irremplazable y con todo el derecho de ser feliz, fluyendo con la vida.

La clave está en confiar en que todo estará bien.

BRILLA SIEMPRE

MEG

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